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ESCUELAS AL AIRE LIBRE: NUEVAS FORMAS DE APRENDER

 

 

La opción de cambiar las aulas, pizarras, pupitres y ordenadores por cabañas, árboles animales, charcos y barro es una idea educativa alternativa a la forma tradicional de educación actualmente existente en nuestro sistema.

 

Esta es una nueva forma de educación por la que están optando en los últimos años en países como Alemania (principal impulsor) Suecia, Dinamarca, Noruega, Finlandia, EUU y Asía; y que recientemente está siendo impulsada en España por Odile Rodriguez de la Fuente directora de la Fundación Félix Rodríguez de la Fuente en la que bajo el nombre de “bosquescuelas” tiene previsto su inicio para el próximo curso 2015-2016 con un primer proyecto en plena Sierra de Madrid.

 

Este nuevo modelo europeo de escuelas infantiles está creado especialmente para niños de entre 3 y 6 años donde aprenderán a leer escribir, a manejarse con los número o iniciarse en lenguas extranjeras fuera de los limites de las ciudades, lejos de la avalancha de dispositivos electrónicos tan indispensables para sobrevivir y que han influenciado de forma negativa en las relaciones humanas del día a día de las personas.

Las frías paredes de hormigón de las aulas convencionales y los reducidos y vallados patios de cemento van a ser sustituidos por cabañas de madera y kilómetros de espacio libre donde los pequeños aprenderán a ser respetuosos con el medio en el que viven, aprenderán a conservar la energía y a optimizar los recursos, se sentirán conectados con la tierra, y podrán potenciar al máximo sus aptitudes mediante el desarrollo de sus capacidades.

 

Durante el transcurso de las clases se van a optar por una multitud de métodos en los que aprovecharan la inmensa variedad de plantas, animales, piedras y suelos como material didáctico y se harán paseos, excursiones a bibliotecas, museos o parques naturales, se elaborarán talleres; pues entienden que cada proceso de aprendizaje es diferente, y activa tanto la curiosidad de los niños como la de los profesores que imparten las clases.

 

 

Para ello tratan de crear un modelo educativo de grupos de no más de 25 niños, que no serán agrupados por tramos de edad o habilidades sociales sino que dejaran que los niños encuentren sus compañeros de clase y juegos de forma instintiva.

 

Estas escuelas al aire libre encuentran en la naturaleza un entorno muy rico y lleno de recursos educativos donde hay árboles, plantas, rocas y tierras de todos los colores y en la que pueden correr, trepar, saltar, sentarse, columpiarse, encontrar escondites, inventar, explorar y observar los cambios del paisaje. Será así como este nuevo método de concepción de la educación, favorecerá a que los más pequeños aprendan y desarrollen aptitudes en pleno contacto con la naturaleza aprendiendo de ella, favoreciendo la integración sensorial.

 

El hecho de cursar esta fase de la educación al aire libre tiene una serie de ventajas muy positivas en el crecimiento y desarrollo de los niños pues fortalecen su autoestima, crecen con un alto grado de empatía, les permite mejorar su psicomotricidad, concentración y capacidad de análisis despertando e impulsando en ellos un alto espíritu emprendedor y un gran potencial de creatividad, fortaleciendo al mismo tiempo a nivel.

 

 

Artículo de la alumna

Sandra Blazquez

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